Se absorbe principalmente por las hojas, en menor medida por las raíces, y se trasloca con rapidez, tanto acrópeta como basípetamente, a los puntos de desarrollo de la planta impidiendo la división celular y el crecimiento de aquella. Como consecuencia las hierbas mueren o permanecen enanizadas perdiendo así su capacidad de competir con el cultivo. El crecimiento de las hierbas sensibles se detiene pocas horas después del tratamiento con síntomas visibles, como amarilleo, necrosis y muerte que pueden manifestarse de 1 a 3 semanas desde la aplicación en función de la planta.